El contenido sexual explícito es una de las principales alarmas relacionadas con el uso inadecuado de las pantallas. Aunque no existe un reconocimiento formal de la adicción sí se identifican usos problemáticos, por ejemplo, visualizar imágenes más duras o de control se relaciona con una satisfacción menor en la vida sexual.

El psicólogo Alejandro Villena indica que no hay pornografía sin consecuencias y de entre todos los diagnósticos de Trastorno por Comportamiento Sexual Compulsivo, el 80% están relacionados con la pornografía. Los criterios son similares a los de un trastorno por uso de sustancias, lo cual está respaldado por la evidencia hallada a partir de técnicas de neuroimagen. Ignacio Obeso afirma que los efectos de la pornografía son muy nocivos, sobre todo en la adolescencia, y pueden determinar cambios psicopatológicos relacionados con el ámbito sexual; además, la pornografía se asocia y se agrava en personas con TDAH, depresión y/o ansiedad.

Por el momento, aunque el progreso es lento, se están intentando crear métodos para controlar el acceso a la pornografía, con el objetivo principal de proteger a los menores. Además, el Ministerio de Juventud e Infancia incluyó propuestas de regulación y educación para evitar o mitigar los daños de la pornografía online.

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