Este artículo pone de manifiesto lo que ha cambiado el devenir de nuestros jóvenes desde aquel Anteproyecto de la Ley antitabaco propuesto en el 2004. Un proyecto que hizo correr ríos de tinta a favor, pero, sobre todo, en contra. Un proceso arduo que se dilató en tiempo y forma. Un cambio que pilló por sorpresa a los millennials, a los que se les negaba, de repente, fumar en sus bareto, pubs o discoteca habituales. Y de aquel anteproyecto y su revuelo a los jóvenes de hoy, que, por lo visto en los datos, ya no fuma tanto como antes, ni de la misma forma y se cuidan más.

Hasta aquí parece todo perfecto, pero existen otros retos y obstáculos para esta nueva generación de “cristal”. Este artículo se acerca a la realidad de los jóvenes de hoy en día y confirma, con los últimos datos y consultando a diferentes expertos, qué mitos son ciertos y cuáles no. Así se abre un interesante debate en el que ocho jóvenes se convierten en protagonistas, pero también, en voz y parte, con preguntas como: ¿son los centennials más saludables que los millennials?…

Para empezar, contextualicemos y explicar el quién es quién de las generaciones:

Los «baby boomers»: son los nacidos entre el 1957 y 1977 en España.

La generación X: los nacidos entre 1965 y 1980.

La generación Y o millennials: los nacidos entre 1981 y 1996.

La generación Z o centennials “cristal”: del 1997 al 2012.

La generación Alpha: los nacidos a partir del 2012 a la actualidad

El debate empieza cuando uno de los millennial pregunta a un Z: «¿Vosotros creéis que os cuidáis más que nosotros?». Y la respuesta generalizada, es un no. Con un matiz: «A lo mejor nos cuidamos más que vosotros a nuestra edad». Y una clave que puede apoyar esa teoría: de las ocho personas presentes, los que practican ejercicio de manera regular, son centennials.

Y los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) confirman que, en el 2022 un 45,8 % de los jóvenes entre 15 y 24 años y un 37,8 % de entre 25 a 34 practicaba ejercicio asiduamente, frente una cifra que, en comparación con los datos publicados en el año 2012, ha aumentado. Hace doce años solo un 22,4 % de los jóvenes de entre 15 y 24 años y un 33,3 % de entre 25 a 24 años declaraba practicar ejercicio de forma regular.

Otro de los temas que se abordaron en el debate es el tabaquismo. La sensación colectiva es que la generación Z fuma menos que la millennial. Pero ¿qué dicen los datos?: En el año 2012 en España se fumaron 36.090.800 cigarrillos. Diez años después, la cifra se sitúo en 17.243.28. Ángel Esteve Fernández Muñoz, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública y director del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el control del tabaco del Instituto Catalán de Oncología confirma el tabaquismo se ha reducido mucho y, además, lo ha hecho en gente joven. «Entre los de 18 y 24 años, habrá un 20 % de fumadores, que es mucho, pero no es lo que había antes».

Ahora bien, han entrado en escena otros dispositivos como son el uso de vapeadores y cigarrillos electrónicos. Estos dispositivos se han demostrado tras varios estudios que ni ayudan a dejar de fumar, ni son menos peligrosos para nuestra salud.

Siguiendo con el debate llegamos al uso de las tecnologías. ¿Cuánto tiempo pasan de media al día con el móvil los participantes del debate? Estas son algunas de las respuestas: «5 horas», «3 horas y 39 minutos», «3 horas y 19 minutos», «2 horas y 58 minutos», «4 horas», «3 horas y media». Puede que no seamos el mejor ejemplo porque lo utilizamos también como medio de trabajo, pero más allá de eso, se confirma que tanto una generación como otra está enganchada al dispositivo.

El neurólogo Javier Abril Jaramillo, del Centro de Neurología Avanzada, detalla e que la estadística dice que «miramos el móvil cada cinco minutos, lo desbloqueamos unas 50 veces cada jornada y estamos con él unos 250 minutos». Es decir, de media, cada día nos pasamos 4 horas y 10 minutos consultando nuestro Smartphone.

Consultar Instagram, TikTok, Twitter, contestar Whatsapp, o mirar la pantalla del móvil en busca de notificaciones nuevas. ¿Podría considerarse una adicción? Lourdes Suárez, psicóloga y también directora de una unidad de trastornos adictivos en Carballo (A Coruña) señala: «Existen algunas conductas potencialmente adictivas, como el juego, el sexo, las redes sociales, las compras o la comida. Al igual que sucede con las adicciones a sustancias psicoactivas, activan el circuito cerebral de recompensa y pueden convertirse en conductas repetitivas, compulsivas, que generen pérdida de control y dependencia».

Sin embargo, puede que el uso del dispositivo cambie de una generación a otra, ya que los Z sí suelen subir más contenido a redes sociales. Otra diferencia entre los Z y los millennials en cuanto a uso de smartphone se refiere es la acción de levantar el teléfono. Hay quien lo denomina «telenofobia». Una centennial asegura en el debate: «Me parece invasivo». Esta idea es defendida en redes por artistas y famosos como Rosalía. En realidad, esta forma de ver las llamadas parece ser bastante global entre los jóvenes. Esto nos hace plantearnos el si estamos frente a la ¿generación muda?

Un estudio llevado a cabo en Estados Unidos fue titulado como «Generation Mute»: Millennials Phone Call Statistics (Generación muda: estadísticas de llamadas en lo millennials, en español). Concluyeron que los jóvenes odian tanto recibir como realizar llamadas y, entre los motivos para no descolgar: un 75 % creía que las llamadas son ineficientes, un 64% piensa que al otro lado de la línea seguramente se encontrará con alguien que quiere quejarse o que les va a pedir algo, un 55% dice que nunca lo cogen si están ocupados y un 46% por el miedo a una confrontación verbal.

Y en este punto, llegamos a la salud mental. La generación de cristal. Así se suele llamar a los centennials, haciendo referencia a una supuesta falta de tolerancia ante la frustración y las críticas. Pero ¿se basan en datos objetivos o son meras interpretaciones de generaciones anteriores?, ¿son realmente más débiles?

Isabel Duque, psicóloga, sexóloga y autora del libro Acercarse a la generación Z, asegura que conoce de sobra a este grupo de jóvenes. «Cuando dicen que es la generación de cristal, deberían decir que es la generación del cristal transparente, porque denuncian cuestiones estructurales que se han reproducido sistemáticamente y que no tendrían que pasar» y en su defensa revindica que: «Han vivido crisis sistemáticas una detrás de otra; una pandemia mundial que nadie se esperaba y ahora un contexto bélico», apunta Duque. Por otra parte: «Una persona joven que quiera vivir sola tiene que dedicar el 82 % del salario medio para hacerlo» Todo ello ha dificultado que puedan ver cubiertas algunas necesidades como la emancipación.

«¿Qué es la fragilidad?», se pregunta la psicóloga clínica Tamara Pineda, que es además parte de la generación Z. «Los problemas de salud mental a lo largo de los años, en las distintas generaciones, son distintos, pero no por eso son de mayor calibre ahora. Sí hay índices más altos de suicidio o depresión, pero no tiene tanto que ver con algo intrínseco a esta generación, sino a que estamos viviendo condiciones socioeconómicas, medioambientales y políticas muy complejas a las cuales las generaciones jóvenes están muy sobreexpuestas. Si hay algo que sufre esta generación es la sobreexposición a todo».

En este informal debate, llega la hora de afrontar crecimiento sostenido de infecciones de transmisión sexual (ITS) desde hace años. Y la pregunta fue directa al bando centennial: ¿corresponde ese incremento de casos a una relajación del uso del preservativo por su parte? y repreguntan sobre el tema los centenial: ¿puede decirse que se les ha perdido el miedo?

Asunción Díaz, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, y coordinadora de la monitorización de las cinco ITS sometidas a vigilancia epidemiológica en España (sífilis, infección gonocócica, infección por chlamydia trachomatis, el linfogranuloma venéreo y la infección por el VIH) considera que influyen diversos factores: «Por un lado, la falta de percepción de que estas enfermedades existen y que toda la población está en riesgo si se realizan prácticas sexuales no protegidas; que afectan a una esfera muy íntima de la persona y quizás por eso estén menos visibilizadas. O una reducción del uso de preservativo en la población joven. También está el inicio temprano de las relaciones sexuales, la falta de educación sexo-afectiva reglada en los colegios y el acceso a la pornografía a través de internet a edades tempranas. Además, hay que tener en cuenta otros factores como la mejora de los sistemas de vigilancia y de diagnóstico que pueden estar haciendo aflorar los casos».

Noticia publicada en: www.lavozdegalicia.es

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